sábado, 13 de noviembre de 2010

















La historia de muchos cambios a lo largo de la historia se ha desarrollado desde enfrentamientos armados, acciones violentas, tomas de poder, siendo estas, causante de innumerables cantidades de muertes, destrucción, empobrecimiento-enriquecimiento.
Las armas como alternativa de cambio provocan ruptura, destrucción, aniquilamiento de la libertad de pensar, de la diversidad cultural.
Los cambios sociales deben darse desde las estructuras culturales, desde necesidades colectivas de crecimiento, desde reflexiones ontológicas, profundas, que nos lleven a la reflexión positiva de nuestros acervos, de nuestro ser individual y colectivo; no desde las imposiciones de pensamientos, desde una concepción tristemente verticalistas, egocéntrica, violenta.
El arte, en tanto herramienta de reflexión cultural, nos permite muchas veces evidenciar situaciones que por repetición, se tornan en costumbres, volviéndose parte de nuestro acervo cultural. Es desde aquí, donde encontramos la posibilidad de cuestionarnos a nosotros/as como sociedad, para llevar a modificar patrones culturales negativos. Evidenciando, conflictuando, para reflexionar positivamente ante elementos silenciados por la costumbre, que nos llevan a la violencia como situación cultural, generando desde el arte, elementos sensibles de reflexión ontológica sobre problemáticas contemporáneas, en este caso, la violencia de género.

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